¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

El tiempo transfigurado.

HombrepagodaHombrepagoda Gonzalo de Berceo s.XIII
editado octubre 2013 en Ciencia Ficción
Era un invierno terrible, las gélidas ráfagas de viento penetraban en mis huesos y hacían temblar todo mi cuerpo. Iba hacia la Biblioteca Bodleiana, Berengario Di Maggio me había llevado allí, era el más reconocido musicólogo de toda Italia e Inglaterra. Ahora se alegraba en exceso por mi regreso, unas semanas antes había recurrido a él en búsqueda de unas rarísimas canciones folclóricas de Irlanda que me había pedido un muy querido camarada violinista. Normalmente no hacía esa clase de favores, pero él había sido incluso mi maestro (no de violín, nunca he podido tocar una nota), y en gran parte le debía mucho, ya que, indirectamente, gracias a él había podido tomar aquél doctorado que me dio tanto prestigio en su tiempo.
Ahora regresaba no por canciones ni partituras, era por algo que había ocurrido aquella vez: Me llamó la atención un libro grande y gordo con encuadernación de piel y ornamentos célticos, pensé que allí podrían estar las canciones que buscaba; Al principio me decepcioné un poco, era arte celta, más ornamentos, escudos, sus diferentes usos, nada útil, así que aparté el libro desordenadamente y entonces Berengario me dijo: "¡Ten cuidado! ¡Has tirado tu marcapáginas!" Yo no llevaba ningún marcapáginas, pero de todas formas lo tomé y asentí en forma de agradecimiento a Berengario y él me respondió con una elocuente sonrisa.

Al llegar a mi hotel estaba consternado, ya tenía aquellas canciones, pero me importaba poco. No sabía si Berengario había creído que yo tenía un marcapáginas o si él lo había puesto allí, supuse que sería algo que él quería que viese. Entonces me decidí a examinar más el pequeño objeto. Cuando hacía mi maestría estudié un tiempo con Berengario, nos obligaban a tomar seminarios de historia del arte, yo normalmente me enfocaba en los asuntos militares y políticos, pero Berengario era un virtuoso, incluso opacaba a los “expertos”. Cuando cursábamos aquel seminario yo realizaba una importante investigación sobre La Batalla de Normandía (que me daría un pase a mi doctorado en Cambridge) así que no tenía tiempo para investigar de quién eran las tetas que pintaba Botticelli en su Venus. Luego de algunas cervezas que compartí con Berengario, me dijo que me ayudaría, me pasaba apuntes para facilitarme aquella tarea; solía darme unos rectángulos de papel doblado con un dibujillo al frente, normalmente el dibujillo ya era una respuesta, por ejemplo, Venus, luego lo abría y había más datos y referencias de la obra entre los dobleces. El marcapáginas era uno de sus dibujillos: estaba dibujada la Mezquita Azul de Estambul, en el interior tenía algunas fechas: 18031902, 08021920, 19021929 y 1954Berlín.

Ahora que estaba retirado decidí seguir la pista de Berengario y me dirigí a Estambul. No fue un viaje especial, pero al llegar me recibieron cálidamente; Mehmed Ali, un viejo camarada, nos ayudábamos mutuamente en nuestras investigaciones y esta no era una excepción, así que me dio acceso al archivo histórico del lugar y comencé a revisar qué había ocurrido en aquellas fechas. No había nada particularmente interesante, no en Estambul, la última “fecha” era un dato más que una fecha, en ese año habían cambiado el nombre de la biblioteca de Berlín. En Estambul lo único relacionado a Berlín en aquellas fechas (19 de Febrero de 1929) fue una donación de libros de poética y gramática alemana por parte de La Biblioteca Estatal Prusiana, pero no decía a dónde se donaron ni dejaba ninguna pista, así que fui a buscar a todas las bibliotecas, pero en casi dos semanas de exhausta búsqueda incluso con ayuda de Mehmed no fuimos capaces de encontrar nada y decidí ir a investigar más en Alemania a la ahora Biblioteca Estatal Alemana. De la lista de libros que se habían donado (aproximadamente 200, muy valiosos y raros) sólo habían regresado tres “Estudio sobre los regionalismos germánicos”, “Análisis intensivo del barroco prusiano” y “Poesía moderna, comentada y revisada por Richard Wagner y Egmond Kähler”.

El último libro era la clave, tenía muchas poesías, pero una en especial se extendía hasta tomar casi la mitad del libro y no por la el texto en sí, si no por los comentarios. Verklärte Nacht: La Noche Tansfigurada de Richard Dehmel, que murió el 8 de febrero de 1920 y claro conociendo a Berengario indagué un poco en la obra. Dehmel era reconocido, y le gustaba a los músicos, seguro que a Berengario también. Varios compositores habían llevado a la música sus poesías y una era especialmente famosa Verklärte Nacht de Arnold Schöenberg estrenada el 18 de marzo de 1902. Al parecer me había jugado una broma, sólo me había mandado a por su libro de poética en Berlín o todo esto se relacionaba con temas que no eran de mi conocimiento, ya que yo no sé de música ni de poesía, él lo sabía, seguro por eso fue la sonrisa elocuente cuando me dio su dibujillo. Entonces regresé a Oxford para consultarlo y ver si tenía algo más interesante que contarme al respecto. Al llegar como indicaba al inicio, me recibió de nuevo, con su elocuente sonrisa. Fuimos hacia la biblioteca rápidamente para refugiarnos del frío y, aunque estaba cerrada, él poseía una copia de las llaves. Así que pasamos al lugar sin titubear y fuimos a tomar asiento.

—Veo que tienes mi libro, tal como te lo pedí, siento haberte hecho pasar por todo esto amigo, pero no tengo tiempo para ir a Berlín. — Me dijo sonriente y dándome unas palmadillas en el hombro.— ¡Oh Berengario! Tu sentido del humor es terrible, pudiste haberme dicho desde un principio qué querías y con mucho gusto te hubiera ayudado, tus investigaciones artísticas normalmente me gustan pero no tanto para ir a Estambul y luego a Berlín y descubrir que todo eso era sólo para saber cuándo Schöenberg había estrenado una de sus obras más famosas, no quería decirte esto pero… ¡Jódete! ¡Jódete! — Hubo un pequeño silencio y luego rompimos en carcajadas.
— ¡Calma, calma! Esto no es ni la punta del iceberg —, me dijo mientras retomaba la seriedad— Te contaré de que se trata todo esto: Realizaba un ensayo sobre las tendencias musicales en los círculos intelectuales, estuve entrevistando amistades, revisando archivos históricos por aquí y por allá y viendo la mensajería a la que podía acceder y bien, me encontré cosas interesantes, tanto en mi ámbito como en el tuyo. Precisamente cuando noté que no muchos se atrevían a escuchar música nueva y contemporánea me encontré a un pequeño grupo que sí lo hacía, y a algunos tenían cercanas relaciones por correspondencia, al parecer solían ser muy apasionados al respecto, tanto que todos consiguieron asistir al estreno de Verklärte Nacht invitados por el mismísimo Schöenberg, ellos eran: Egmond Kähler: Un eminente investigador y divulgador científico, Richard Wagner: Era un prestigioso historiador muy cercano a la música y las artes como su homónimo el célebre compositor.Y Karl Schwarzschild: Físico y astrónomo con una carrera casi virtuosa. Pues bien, revisando su correspondencia no encontré nada útil para mi ensayo, pero encontré unas cosas que podrían serte útiles a ti, algunas… cosas que no deberían estar allí. Déjame mostrarte. — Entonces comenzó a sacar las cartas viejas y amarillas mientras se susurraba cosas a sí mismo con entusiasmo—. ¡Esto te encantará amigo mío, te encantará! Puso las cartas en la mesa y me dijo: “Esta es la primera.”

Comentarios

  • HombrepagodaHombrepagoda Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado octubre 2013
    Mientras señalaba unas partes subrayadas con el índice. Sólo pondré lo que decían las primeras cartas, luego continuaré relatando el primer debate y las opiniones tan opuestas que tuvimos, aunque después cambiaron.

    De Richard Wagner a Egmond Kälher 9 de Abril de 1900:
    “…Aprecio mucho a Schwarzschild, pero sinceramente Egmond, creo que todo lo que nos dice son locuras. Y bien, su gusto por la poesía va al extremo queriendo impregnar sus locuras científicas con la obra de Dehmel y diciendo que sólo los verdaderos amantes del arte y la ciencia tendrán acceso a su eminente descubrimiento. Una locura, una locura… no sé si su plan sea ir a recolectar a todos los eruditos que puedan dedicarse plenamente al arte y la ciencia (que ya no sé qué idea es más loca la de juntar a estas escuelas rivalizadas o la de su carroza mágica), pero sí es así, no contará conmigo, yo no creo en esas fantasías, no, y tampoco creo que tú lo apoyes.”
    De Egmond Kälher a Karl Schwarzschild 28 de Agosto de 1900:
    “…A pesar de que es un hombre sólo dedicado al arte y a la historia Richard tiene un escepticismo mayor al de cualquier científico que haya conocido, me llena de alegría, tal vez cuando le mostremos un poco más de nuestro proyecto crea, al menos un poco más.”
    De Karl Schwarzschild a Egmond Kälher 12 de Noviembre de 1900:
    “…Entiendo su escepticismo, si alguien llegara diciéndome que está desarrollando una máquina del tiempo y que quiere comenzar una utopía con ella no me creería ni una palabra. Pero bueno hay que dejarlo así, cuando tenga un avance tangible le daremos más luces al asunto.”
    De Egmond Kälher a Richard Wagner 16 de febrero de 1901:
    “…Richard, todo esto de lo que te hemos estado hablado es verdad, no es ninguna broma. Nos reuniremos pronto, deberías acompañarnos, aunque no sepas tanto de ciencia creo que no se te dificultará entender todo, además…”
    De Richard Wagner a Karl Schwarzschild 24 de Agosto de 1901:
    “…Señor Schwarzschild, entiendo su entusiasmo, es algo muy difícil de lograr, casi imposible, parece fantasía, sigo siendo algo escéptico pero me parece un asunto aún más complicado el conseguir la financiación que busca, el gobierno no te lo dará nada y la burgesía tampoco.”
    De Karl Schwarzschild a Richard Wagner 30 de Agosto de 1901:
    “… ¡Oh Wagner! Usted es muy pesimista, el dinero no es un problema, el mundo está de cabeza y tengo que aprovechar eso, he estado en contacto con algunos amigos rusos, y me dicen que su realeza está desesperada, saben que hay algo en el pueblo que no les hará bien y buscan nuevas armas, nuevos descubrimientos, para deslumbrar a su pueblo o para reprimirlo, y creo que me podrían financiar muy bien…”

    —¡Bien! ¿Qué te parece? Eso es sólo para que comprendas el contexto de las siguientes cartas…— lo miré incrédulo, y él guardó silencio, después de un nervioso suspiro continuó hablando—Lo sé, lo sé, parece una locura, pero ya verás, tiene bastante lógica, podría parecer ciencia ficción, no estoy seguro de que sea verdad pero podremos comprobarlo, estamos a punto de presenciar una fecha a la que dan importancia…—Luego me dio otro puño de cartas y seguí leyendo.

    De Egmond Kälher a Richard Wagner 12 de Enero de 1914:
    “Hace siete años, querido Wagner, que me mudé con Karl para ayudar con su máquina del tiempo. Por ser uno de mis más queridos amigos he mantenido esta correspondencia con información que debería permanecer oculta ¡Imagina la grandeza que tendrás como historiador! Ya podrás agradecerme luego. El año pasado terminamos la carroza, y bien, no te lo he dicho pero no es una carroza, fue imposible lograr una máquina en forma de carroza; es un cuarto, sí, un cuarto con un panel de dos metros cuadrados en el suelo: te paras sobre eso pones las coordenadas hacia dónde te quieres dirigir, hay un brillo enorme y luego estás en la misma habitación pero en el futuro, creo que será imposible viajar a alguna fecha anterior a hoy. Y bien, el Zar Nikolái está fascinado por el proyecto, y a pesar de los conflictos bélicos en los que se encuentra el mundo ha logrado hacer organización que se encargará de los viajes en el tiempo el día de hoy, ignoro su nombre y sus integrantes, pero al parecer las mayores potencias mundiales han aprobado formar parte de esto, porque hoy la máquina ha demostrado funcionar. Después de cientos de pruebas, hoy Karl mandó un trozo de papel cinco días al futuro con la inscripción: “¿Funcionó?”. El papel no pareció haber viajado después de encender la máquina, así que Karl fue decepcionado a tomarlo, al levantarlo lanzó un grito y comenzó a saltar con locura y frenesí, por un momento me asustó, pero luego me le uní: “¿Funcionó? ¡Sí!” habíamos respondido desde el futuro.”
    De Egmond Kälher a Richard Wagner 11 de mayo de 1916:
    “Querido Wagner, me temo que esta es la última carta que te podré enviar, espero que sigamos vivos en 10 años, si es así, me gustaría que escribiéramos un libro juntos, en ese tiempo estos locos de la agencia temporal me habrán dejado en paz. Hoy, cómo lo fue el día que la máquina funcionó, es un día importante, tal vez más. La agencia (del futuro) ha pedido a Karl que traiga una máquina del futuro, una que se puede mover e ir al futuro y pasado con toda libertad, y quieren que la probemos aquí, en el pasado ¡Es una locura! Dicen que ya no pueden ocultar casi nada a los medios, así que quieren que la probemos ahora que no existen unas maravillas de las cuales Karl me habla mucho el “internet” y los “mass media”, bueno, dice que todos pueden obtener toda la información que quieran en el momento que quieran desde su “televisor”, realmente no sé de qué me habla, pero nunca deja de hablar de eso. Así que Karl, hoy, ha traído un extraño artefacto del futuro, otra máquina del tiempo. Harán la primera prueba en unas horas, la llevarán a algún sitio remoto y enviarán la máquina al 30 de octubre de 1961 en Nueva Zembla ¡De nada querido Wagner! Nos vemos en diez años.”
    — ¡Oh! ¡Pues en un año veremos qué pasa Berengario! Antes de eso no me creo nada.
    — ¡Espera un momento! ¿Crees que escribieron ese libro sólo de pasatiempo? Mira la fecha de publicación—. Se había publicado en 1927. —Sólo te pido que me ayudes a descifrar cualquier mensaje oculto que tenga el libro y verás que eso era verdad.
    —Berengario, sabes que estoy muy viejo para estas cosas, y si alguien sabe de la investigación antes tener pruebas de nada mi reputación se arruinará ¡Se irá al carajo!
    —Bien… si no tienes tiempo para ayudar a un viejo amigo—. Me miró con ojos de lástima y comenzó a alagarme—. Eres el mejor historiador de nuestra época, lo sabes ¿No te intriga saber por qué Wagner nunca publico…?
    — ¡Murió al año siguiente! —Contesté interrumpiéndolo.
    —Qué raro eh…—Entonces dudé un momento— Tener una historia que podría cambiar la humanidad y no hacer nada con ella, de seguro él también creyó que fue un cuento de hadas.—Te ayudaré Berengario, es más fácil que seguir lidiando con tus insinuaciones por no sé cuánto tiempo.

    Berengario tenía razón, había un mensaje oculto en los comentarios del libro, tardamos meses en descubrirlo y al hacerlo no le tomé tanta importancia, me siguió pareciendo ficción. El mensaje era el siguiente:
    Primera Prueba:
    30 Octubre 1961 Nueva Zembla/ Resultado: Desconocido.
    Pruebas Secundarias:
    6 agosto 1945 Hiroshima – 9 agosto 1945 Nagasaki/ Resultado: Catástrofe.
    Primera Prueba (al pasado):
    30 junio 1908 Tunguska/ Resultado: Catástrofe.
    Pruebas “Máquina Reparada”:
    16 de Julio 1945 Nuevo México/Resultado: Catástrofe.
    Pruebas definitivas:
    05 de Septiembre de 1896 Nueva Zembla – 10 de Septiembre de 1896 Nueva Zembla /Resultado: Satisfactorio.
    12 de Febrero del 2001 Nuevo México – 20 de Febrero del 2001 Nuevo México./ Resultado: Satisfactorio.
    Conclusión de pruebas:
    21 de Noviembre de 1922 entra en acción el programa tiempo-espacial con la máquina del tiempo bautizada: Verklärte Nacht por el científico y viajero Karl Schwarzschild.


    Berengario estaba regocijado de felicidad, y comenzó a escribir un libro sobre el asunto, dice que lo titulará El Tiempo Transfigurado… Normalmente no me tomaría la molestia de escribir esto, yo sé que no se publicará su libro, y sé también, que alguno de estos días Berengario morirá, y yo también. Hoy 5 de noviembre de 1961, por la mañana, me visitó un amigo de la infancia, él se dedicó a la ciencia y cómo yo tenía un enorme gusto por la guerra, así que siempre, después de sus clases se pone al día de toda la tecnología militar…
    Querido lector, no sé por qué azares del destino has encontrado esta carta, pero tienes la certeza de lo que me han dicho hace unas horas y de por qué escribo esta carta, y la dejo aquí, oculta, dónde alguna vez Egmond Kälher, Karl Schwarzschild y Richard Wagner ocultaron sus propias cartas y espero que puedas usar esta información con sabiduría, yo lo dejaré así ya que no sé si el que toda la humanidad sepa esto será algo beneficioso o algo que nos lleve a la perdición, pero en el momento que eso ocurra todo cambiará drásticamente.

    “Que la criatura que has concebidono sea una carga para tu alma.
    ¡Oh, mira, con qué fulgor brilla el universo!
    En todo hay un resplandor;
    estás conmigo a la deriva en un frío océano,
    mas una especial tibieza flameade ti hacia mí, de mí hacia ti.
    Esto transfigurará al hijo del otro;
    por mi lo llevarás, desde mí;
    me has traído el fulgor,
    de mí mismo has hecho un niño.”


    Fragmento de La Noche Transfigurada de Richard Dehmel.
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com