¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

Adiós Juan

cantalahierbacantalahierba Pedro Abad s.XII
editado julio 2008 en Epistolar
Querido Juan,
Sí, querido, a pesar de los pesares y de que mis palabras te escuezan las entrañas, ahora que parece que todo está dicho entre nosotros, aún me queda una última confesión por hacerte.
Para mí, siempre seras mi querido Juan, por el amor que te tuve y nos tuvimos, por todo aquello que te di desde el fondo del corazón, por lo que nos dimos, por lo que sólo a mí me diste y nunca podrás dar a nadie más,
por lo que éramos y ya no seremos jamás, porque nosotros fuimos en un momento y en un lugar que pasó para siempre,
porque nuestra historia es única e irrepetible como la de tantos, pero solamente nuestra porque es la suma de los dos,
porque ya no podré conjugar el nosotros y me he quedado temblorosa y expuesta en la primera persona del singular,
porque tuvimos nuestro propio aroma y nuestro inconfundible color que todavía me llegan en oleadas de tramposas nostalgias,
por los hijos que soñamos y casi fueron pero que ya nunca nos habitarán,
por aquella casa de aire y luz que nos cobijó tantas primaveras en enero y que ahora añoro desde el frío de la intemperie en que vivo.
Pero todo eso terminó, como terminan todas las cosas, por más que nos empeñemos en eternizar frágiles promesas de encarnadura humana, de las que a la postre no somos dueños e insistamos en trascender esencias temporales que tienen su razón de ser en esa finitud que nos aterra a los hombres.
Y es que de un tiempo a esta parte mis manos estaban vacías para ti y mi corazón, cerrado y mustio como un local en traspaso,
Porque he perdido el camino y no consigo llegar a ti aunque tengo un mapa en el bolsillo, porque nuestra casa se me ha vuelto prisión sin barrotes que aprisiona mi alma, porque ya no me reconozco en tu mirada ni en la mujer que se mira al espejo cada mañana cuando abandona nuestra cama, porque me extraño a mi misma cuando camino a tu lado y mis pasos no tienen eco junto a los tuyos, porque ya no musito tu nombre en mis soledades, ni mis labios tienen sed de los tuyos.
Y de verdad que me hubiese gustado seguir viviendo al respaldo de aquel calor que envolvió mi vida junto a ti, sentirme tuya eternamente, saberme a salvo en tu amor tranquilizador, dejarme ir envuelta de tu persona, poder mirarte todavía al fondo de los ojos sin la vergüenza del que se sabe deudor de amores, encontrar en tus manos el único calor que me reconforta...
Adiós mi amor, amor de ayer, pero aún así, único y pleno en su singularidad y sin embargo, ya muerto y ceniciento como un cadáver triste y solitario como solamente pueden estarlo los muertos.
Hasta siempre.

Comentarios

  • cantalahierbacantalahierba Pedro Abad s.XII
    editado julio 2008
    Me alegro de que haya gustado y creo que tu pregunta es bastante acertada, la costumbre nos aprisiona con demasiada facilidad.
    Gracias.
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com