El fin no cautiva el fuego de su vientre.
La cama esta vacía,
abierta al silencio tibio de la humedad
tiemblan las paredes,
de las garras del fuego la habitación escapa.
Ni principio ni fin en esta escena,
deja que las Furias nos atrapen
en sus arcos de Amazonas.
Que fluyan eternos los gemidos
y una noche de sueños inventados
sepulte el canto de los pájaros.
Quiero dilatar mis manos
y mi lengua
y mis ojos
y mis labios
en la piel de tu inocencia delatada por el frío.