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Obispo de Lanús 1

iliosilios Pedro Abad s.XII
editado junio 2012 en Negra
Habitualmente, al terminar las reuniones en la congregación que presido, me gusta ir a casa caminando pues eso me ayuda a reconfortar mi espíritu y a despejar un poco la cabeza.
Aquella noche hacía mucho frío y decidí apurar el paso para poder disfrutar de la abundante cena caliente que mi dedicada esposa, preparaba todas las noches.
Al llegar, me quitaría el traje y lo colgaría prolijamente en su percha, luego me lavaría las manos y bendeciría los alimentos para santificar a toda mi familia compuesta por mi esposa y dos niños pequeños.
Llegando a una de las aproximadamente veinte esquinas que cruzaba de regreso al hogar, una figura oscura se me cruzó al paso y me habló en voz tenebrosa:
-Usted es el obispo de Lanús ¿no es así?
Sin saber muy bien si contestar o ignorar a semejante aparición, apuré el paso y traté de no volver la vista. Enseguida el sujeto se volvió a poner a mi lado e insistió en llamar mi atención:
-¿se acuerda de mí, obispo?
Allí, sí, detuve mi marcha y por primera vez, lo miré a los ojos. Era una persona alta, con rasgos serios bien definidos y con un extraño acento europeo, ruso o ucraniano, diría yo.
-La verdad es que no lo recuerdo- le respondí, deteniendo mi caminata por completo y procurando prestarle toda mi atención- Quizás si me brinda algo más de información….
El sujeto se bajó el cuello del sobretodo que llevaba puesto y se puso debajo de un farol para que yo pudiera verle la cara con mayor claridad. Al ver que mi rostro aún no salía del asombro y notar que no lograba identificarlo, siguió con su relato.
-Quizás no se acuerde de mí, pero seguro sabe quién es mi hermana. Ella hace un par de años, tuvo un “amorío” con usted, por decirlo de alguna manera, que le costó su puesto de obispo y a ella su lugar en la iglesia ¿recuerda? Resulta que por ese pequeño desliz sentimental a usted lo desplazaron de su puesto pero con el tiempo lo perdonaron y pudo retomar su vida con normalidad. Recuerdo que el consejo regional casi que obligó a su esposa a no separase de su marido a pesar de que le había sido infiel en sus propias narices justificando que el diablo era quien le estaba poniendo una prueba. Ese mismo consejo ya le había perdonado algunas otras faltas menores y le había puesto un ultimátum de que a la próxima no tendrían contemplación pero solo recibió una fuerte reprimenda y nada más. Recuerdo bien toda esa secuencia y el accionar del consejo porque yo mismo lo integraba. El tema es que mi hermana no tuvo la misma suerte. A ella se la excomulgó de la iglesia y se la “instó” a volverse a Ucrania, país del que somos oriundos por considerarla indigna para la religión y la encarnación de Satanás en la tierra. Obviamente, su vida nunca volvió a ser la misma y vivió preguntándose porque se la castigaba por haber sentido amor sincero por otra persona. Ella confió en usted y por salvar su pellejo, su nombre y su familia, la dejó a la deriva a merced de los líderes que nada saben del amor. Decidió volverse a nuestro país natal y yo la seguí pues éramos los únicos que quedábamos de nuestra familia y no podía dejarla sola en un momento tan duro. La vida en Ucrania nada tenía que ver con la que llevábamos aquí en Argentina, nadie nos brindó apoyo y los miembros de la iglesia de nuestro país, advertidos por los de aquí, también nos dieron la espalda. Una tarde hace un par de meses, cuando regresé del trabajo, encontré a mi hermana agonizando tirada en el piso. Se había cortado las venas y solo pudo decirme unas últimas palabras al oído: “sólo descansaré en paz cuando vengues mi honor”
Creo que en ese momento mi rostro se desfiguró y no pude contener el horror. Jamás había sabido que cuál fue la sanción para aquella muchacha y tampoco qué había sido de su vida. En la iglesia me prohibieron que la volviera a ver y me dijeron que ellos se encargarían de que nunca mas vuelva a molestarme. Los líderes, me consideraba su pequeña “joya” por llamarlo de alguna forma y tenía puestas todas sus esperanzas en que la juventud digna y arrolladora, había llegado a la congregación para cambiar el rumbo. No estaban dispuestos a entregarme a los leones y por eso tapaban todos mis deslices para que la gente no dejara de creer en mí. Cumplí con todos los pasos para llegar adónde estaba: nací en una familia de la iglesia, me bauticé a los ocho años, serví dos años en una misión evangélica y cuando volví, elegí a la joven mas respetable como mi esposa. Tenía dos hijos hermosos pero una personalidad bastante autodestructiva, no podía controlar mis impulsos sádicos para con ellos y me gustaban demasiado las mujeres. Los líderes sabían de mi debilidad y me daban consejos de cómo limpiar mi mente pero, nada funcionaba.
Esta muchacha ucraniana era hermosa y hacía poco que se había unido a la iglesia, tenía un hermano que ya era líder pero ella nunca había sido tocada por la influencia del espíritu santo hasta que me conoció. Una tarde vino a mi despacho a pedirme ayuda para realizar un festival y juntar fondos para la gente de su país que no la estaba pasando nada bien. Yo accedí con gusto y luego de charlar un largo rato, me ofrecí a llevarla a casa en mi auto, allí no pude contenerme y la besé apasionadamente, ella se resistió al principio pero le recordé que en mis manos estaba el poder de decidir sobre ese festival y se entregó sin decir nada más. Con el tiempo seguimos frecuentándonos y creo que hasta llegó a enamorarse de mí, hasta que alguien de la congregación nos vio besándonos por la calle y le contó a las autoridades. Esa persona era mi esposa y me echó de casa pero los líderes intercedieron por mí y casi que la obligaron a dejarme volver y seguir apoyándome en mi cargo sin dejar entrever que algo había ocurrido entre nosotros. Yo había aprendido la lección y me había alejado de las tentaciones, comporté como un marido ideal y logré recomponer mi relación, cada tanto me asaltaban sentimientos hacia alguna mujer la congregación pero buscaba satisfacción en alguna amante profesional y podía seguir con mi vida normal.
La llegada de este sujeto a mi vida me volvía a poner en alerta y no iba a permitir que nadie se llevara lo que tanto me había logrado construir.
-Veo, obispo, que ya recuerda quien soy- retomó el ucraniano con voz tensa- Descuide, no tengo intenciones de matarlo- tampoco había sido una posibilidad que yo había barajado hasta ese momento-Voy a hacerlo sufrir como usted lo hizo con mi hermana y le aseguro que pronto deseará no haberla conocido jamás en su vida.
Extrajo un pequeño pañuelo de tela de su bolsillo y sin darme tiempo a nada, me lo apoyó con fuerza en la boca y la nariz. Un olor acido y un gusto amargo me inyectaron el cerebro y mis piernas se aflojaron, los párpados comenzaron a caerse y todo se oscureció. Esperé escuchar el ruido del golpe de mi cuerpo contra el piso pero nunca llegó.

Comentarios

  • Jack LondonJack London Garcilaso de la Vega XVI
    editado junio 2012
    Bienvenido. Si quieres que te lea más gente, deberías presentarte, para que te conozcan. :p

    Me ha parecido muy interesante este comienzo. Atrapa al lector con una trama ciertamente truculenta.

    Espero poder leer la continuación.
  • iliosilios Pedro Abad s.XII
    editado junio 2012
    Muchas gracias por tus palabras.
    No sabía lo de presentarme, lo haré en breve.
    Pronto subiré la continuación.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado junio 2012
    Intrigante historia.....a esperar la continuaciòn:eek::)
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