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El extraño caso del Hotel Supay (Capítulo 2)

pablorrrpablorrr Anónimo s.XI
editado mayo 2012 en Terror
A tener en cuenta: está escrito en español de Argentina.

Saludos!



2

Comencé a subir las escaleras, eran también de madera y crujían a cada paso, parecía que todo el lugar crujía de antiguo, el llanto del bebé ya no se escuchaba, todo parecía muy tranquilo. Llegué al segundo piso y caminé hasta el final del pasillo como me indicaran, allí estaba, una puerta de madera con un número 24 en bronce, bastante sucio. Entré, prendí la luz y cerré la puerta con llave, la saqué y la puse sobre la mesita de luz.

La habitación era bastante oscura, una lamparita colgaba del medio de la habitación y se balanceaba por el viento que entraba de la ventana, que curiosamente se encontraba abierta. Un reloj marcaba la hora encima de la puerta y un cuadro con un motivo abstracto que daba miedo decoraba el cuarto. Cerré la ventana y fui al baño, había un inodoro, una ducha empotrada en la pared, un lavatorio y un espejo. Salí y apagué la luz, me tiré en la cama vestido.

Me desperté de golpe, estaba oscuro, había un ruido detrás de la puerta, como si un perro estuviera olfateando por debajo, pero a juzgar por las sombras que se proyectaban parecían varios perros, me levanté de golpe, me quedé escuchando unos segundos pero los ruidos se callaron al mismo tiempo que las sombras desaparecieron, con cautela abrí la puerta pero no había nada detrás, la escasa luz del pasillo se proyectaba con serenidad en la antigua alfombra. Cerré la puerta y me prendí un cigarrillo, miré la hora, el reloj marcaba las 2 a.m., pero no era posible… a esa hora todavía no había encontrado el hotel, prendí la luz y me fijé en el reloj de la habitación, marcaba las 2 a.m. en punto, pero el segundero no se movía. Fui hasta el baño y abrí la canilla para lavarme la cara; no había agua.

Salí de la habitación y comencé a bajar las escaleras para ver si encontraba al señor del hotel, seguí bajando hasta la planta baja, lo encontré mirando su televisor con interferencia.

—disculpe… —dije—
—sí, ¿qué necesita? —dijo sin despegar la vista de la tele—
—parece que no hay agua en el baño —dije—

No me contestaba. Pestañeé y ya no estaba, la tele estaba apagada y todo el lugar a oscuras; como pude prendí la linterna, estaba nervioso y transpirando, fui hasta la puerta del hotel pero parecía cerrada, no pude abrirla de ninguna manera, se escucharon varias risas como de niños jugando, me di vuelta de golpe pero no había nada y las risas cesaron. Me metí a través del mostrador para ver si estaba el hombre, pasé por la puerta y había un escritorio, una silla y una puerta más, abierta, con azulejos celestes dentro, parecía ser un baño, alumbré al escritorio, había un manojo de fotos y sobre la pared recortes de diario pegados con cinta, me puse a ver las fotos, parecían unos nenes jugando en un patio, eran fotos antiguas, en blanco y negro, pero también había fotos a color, de una niña rubia, muy bonita, había recortes de diario pegados en la pared, me puse a leer, “Horror en Lago Tranquilo, perro mata a una niña”, no terminé de leer el titular cuando se escucha una voz acercándose, —¿quién anda ahí? —gritó—, era la voz áspera y lúgubre del señor del hotel, solté las fotos sobre el escritorio, fui hasta el baño que había allí, cerré la puerta con cuidado pero el hombre se acercaba, el picaporte comenzó a girar y en el momento que abrió la puerta me desperté sobresaltado en la cama de mi habitación.

El sol se colaba por entre la cortina y me daba en los ojos, ¿había sido un sueño?, miré la hora, eran las 8:45 de la mañana, miré el reloj de la habitación y estaba en hora, no entendía bien que estaba sucediendo, pero me dio mala espina. Fui al baño, abrí la canilla y había agua, me lavé la cara y me fui de la habitación. Bajé los dos pisos por la escalera hasta la planta baja, no había nadie, me acerqué hacia la puerta, que esta vez se encontraba abierta, salí y me dirigí hacia donde el señor del hotel me había indicado, giré a la derecha, seguí por la calle de la rambla hasta el lago y volví a girar, seguí camino unas cuadras hasta que me encontré con lo que parecía ser un taller, no tenía nombre pero había tres autos estacionados fuera y uno dentro al que un hombre debajo parecía estar reparando, entré y me acerqué hasta el auto.

—hola, disculpe —dije—
—hola, ¿qué necesita? —me dijo desde abajo del auto—
—ayer dejé mi auto en las afueras del pueblo, se paró de golpe y no pude hacerlo arrancar, quería saber si podía verlo —dije—
El hombre salió de debajo del auto.
—claro, ahora vamos a buscarlo, ¿esto fue ayer?
—sí, ayer por la madrugada
—¿y dónde pasó la noche? —preguntó mientras se frotaba las manos con el overall para limpiarse la grasa—
—en el hotel, acá a unas cua…
—¿en el hotel? —interrumpió con cara sombría—
—sí… —le dije—

Se me quedó mirando fijo.

—¿pasa algo malo?
—no, no, claro que no, ¿por qué no vamos a ver su auto? —dijo, cambiando bruscamente de tema—

Fuimos en su camioneta, una Chevrolet C10 de 1967. Después de inspeccionar un poco el motor me dijo, tras haber descartado varios desperfectos, que seguramente no arrancaba por una baja compresión en los cilindros, que lo íbamos a remolcar y que para mañana estaría arreglado. Lo atamos a la antigua camioneta y emprendimos el viaje de vuelta hacia el taller.

—no sabía que había un pueblo por acá —comencé la conversación—
—no es un pueblo muy visitado —dijo—
—quería tomar un atajo hacia la costa y pensé que este era el camino —dije—
No contestó.
—¿y a qué se dedican? —pregunté—
—muchos son agricultores, exportan lo que producen a la capital, algunos tienen granjas, establos, y los que no, tienen negocios como el mío, talleres, farmacias, zapaterías, mercados, nos ayudamos entre nosotros —dijo—
—¿por qué pareció sorprenderse cuando le conté que había estado en aquel hotel?

Tardó en contestar.

—Hay varias historias sobre ese hotel, sabe… la hija del dueño del hotel murió atacada por un perro en el patio trasero, un doberman, le atacó la cara, el cuello, le mordió tanto el cuello que casi se lo arranca de cuajo, la cara le quedó totalmente desfigurada… y nadie supo de dónde salió aquel perro, fue un acontecimiento terrible para el pueblo, pero ya hace 40 años, algunos dicen que el matrimonio se volvió loco al ver la cara de la nena.
—¿el matrimonio? —pregunté—
—Sí, los dueños del hotel, la señora, la madre de la nena, se encuentra internada en un hospital psiquiátrico…, algunos dicen que el fantasma de la niña aún deambula por el hotel, del perro jamás se supo nada.
—es terrible… —dije sorprendido—
—sí, es en verdad terrible. Ah, pero la historia no termina aquí; una vez, varios años antes de aquel hecho, un grupo de niños del colegio cristiano del pueblo aledaño vinieron de visita a Lago Tranquilo a conocer la antigua imprenta de periódicos del pueblo y se alojaron en el Supay, esa noche el hotel se incendió, nadie sabe bien la causa, pero al parecer fue por un desperfecto eléctrico. Ningún niño logró salvarse, el que no murió alcanzado por las llamas murió asfixiado, luego lo remodelaron, pero dicen que las almas en pena de todos esos niños aún permanecen en el lugar.
—¿y el señor del hotel?
—se salvó misteriosamente, él dijo que había bajado a ordenar las cosas del sótano, cuya entrada se encuentra por fuera de la construcción y que pasó una buena cantidad de horas allí; cuando salió, el incendio ya había consumido gran parte del edificio, fue él quien llamó a los bomberos.
—por dios —dije—
—Actualmente no suelen tener muchos clientes, salvo algún que otro conductor agobiado que pasa la noche allí para continuar rumbo a su destino al día siguiente; sabe, hay otro hotel del otro lado de la ciudad, el Hotel Oasis, muchos viajeros que pasan por aquí prefieren hospedarse en él, más limpio, más moderno.

Nos quedamos callados el resto del viaje. Llegamos al taller, me bajé y le agradecí que pudiera terminarlo para mañana, nos despedimos y partí rumbo al hotel.

Subí a mi habitación, eran cerca de las 5 p.m. todavía era de día, conté la plata que tenía en la billetera y sopesé si me iba a alcanzar para pagar los 2 días de hotel y el arreglo del coche, me recosté y me quedé dormido.

Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado mayo 2012
    :eek::eek:la madre que con esos antecedentes me quedó ahí:rolleyes:
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