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El trabajo da sus frutos

Necrokimy_VonmortemNecrokimy_Vonmortem Garcilaso de la Vega XVI
editado agosto 2012 en Erótica
Mi trabajo no era la gran cosa, pero dada su naturaleza, conocía mucha gente en la calle.
Trabajaba en una cuadrilla de podas regional. Me pagaban buen dinero por casi no hacer nada, los días de lluvia no trabajábamos, y ademas siempre salia un dinerillo extra por la leña que cortábamos de los arboles.
Teníamos tres categorías de trabajo, las cuales consistían en tala, poda masiva, y rebaje de altura. Por instrumentos utilizábamos distintos tipos de motosierras.
Esa mañana el camión donde cargábamos las motosierras llego mas temprano, y luego del clásico desayuno y las bromas constantes de todo el día, cargamos las motosierras al camión, nos subimos a el, y nos dirigimos hacia el lugar destinado para la tarea.
Durante el trayecto, charlábamos y reíamos haciendo las clásicas bromas entre hombres con las respectivas mujeres de cada uno. Los manoseos entre nosotros era habitual, y ya era como una costumbre de trabajo. Broma, no putismo. Esa era la diferencia clave.
Al llegar, vemos un robusto nogal con uno de sus potentes brazos hacia la calle quebrado, habiendo un considerable peligro de caída, y dado que en nuestra ciudad ya habían muerto un par de personas por ramas caídas, decidimos agarrar las motosierras mas grandes y subirnos a las ramas de media altura, para derribar de una vez esa bestia vegetal.
Uno de los que se tuvo que trepar, armado con una potente motosierra Sthill 360, fui yo. Richard y Pablo se dedicaron a detener el transito que por allí pasaba mientras nosotros cortábamos. Luego de un par de minutos, el brazo cayó con un potente estrépito que hizo temblar el suelo, haciendo un escándalo considerable.
Una vecina salió de su casa a observar lo que acontecía, y allí observo el panorama desde el porche de su casa. Nos observó desmenuzar el imponente brazo en rolos en cuestión de minutos, y bajarme yo de aquel nogal.
Por estas latitudes el frío típico del otoño casi invierno comenzaba a hacerse sentir, y siempre comprábamos confituras calientes para mantenernos tibios, pero ese día nadie había ido a comprar nada, y yo sinceramente me estaba cagando de hambre, pero no dije nada.
La señora, ataviada por un fino buzo celeste y una calza negra, ingreso de nuevo a la casa moviendo el culo. No era una señora fea, quizá al contrario. No superaba los cuarenta y cinco años, tal vez. Tenia un culo apetecible aun, y era de esas clásicas veteranas que aunque no son precisamente unas bellezas esculturales, si son lo suficiente como para poder imaginarse una buena fantasía con ellas.
Nosotros, absortos en nuestra tarea y con las risas clásicas de siempre, continuamos con lo que estábamos haciendo, y grande fue nuestra sorpresa cuando la señora salio fuera de nuevo, con una gran bandeja de tazas de porcelana y una cafetera humeante.
Mi sorpresa fue mayor cuando al observarla, note que su tanga roja se translucía a través de la fina tela ajustada de la calza, y grande fue mi sorpresa también cuando observo un buen par de pezones firmes asomando por su fino buzo celeste. Y que yo sepa, en la ojeada anterior no había visto nada de aquello.
Mi mente entonces se puso alerta, ya que era típico en nuestro trabajo que siempre alguna que otra mujer se ofreciera a nosotros. Y era lógico, si yo viera como un grupo de jovencitas tetudas se pone a limpiar coches frente a mi casa con ropa ajustada, creo que no demoraria ni tres segundos en interesarme en alguna. Nosotros eramos totalmente lo opuesto. Brazos fornidos para levantar maquinaria pesada, motosierras grandes y potentes, sudor, y la dureza del trabajo nos hacian ser apetecibles, como habiamos escuchado una vez de boca de una sesentona.
Me acerque aun con la motosierra encendida en mis manos. La apague, y la deje en el suelo a mi lado, mientras tomaba una de las tazas en mis manos.
Ya todos los demás se habían servido y tomaban agradablemente su café conversando a pocos metros de mi posición, de modo que estaban totalmente ausentes de nuestra posible conversación.
-Perdón mi atrevimiento, los vi trabajando a la intemperie y decidí prepararles algo caliente.- Me dijo.
Yo la observe. No tenia muchas arrugas, me dije.
-No hay problema, señora, agradezco su intención.- Respondí, revolviendo el azúcar de mi taza con una cucharita de plata.
-¿El árbol te ha costado mucho esfuerzo?- Me pregunto.
-Un poco. El árbol en si no es lo que cansa, sino sostener la motosierra encendida y en marcha, ya que la cadena de corte te empuja hacia adelante.- Respondí.
-Pobre de ti.- Me dijo en un tono entre maternal y vicioso.- ¿Que edad tienes muchachito?, pareces muy joven.
-Cumpliré diecinueve en poco mas de un mes.- Respondí.

Comentarios

  • Necrokimy_VonmortemNecrokimy_Vonmortem Garcilaso de la Vega XVI
    editado mayo 2012
    -¡Oh, eres un jovencito aun!.- Me dijo con una sonrisa.
    -Gracias, señora. ¿Usted?- Pregunte.
    -La edad de una mujer no se dice nunca, y no me llames señora, solo dime Elena.
    -Esta bien, Elena, discúlpeme.
    -No hay problema, y puedes tutearme también. ¿Cual es tu nombre?- Me pregunto.
    -Marcelo.-Respondí, bebiéndome el resto de café que me quedaba.
    -¿Quieres mas?.
    -Muchísimas gracias, debo seguir trabajando.
    -Un momento.-Me dijo.- Descansa un poco, debes estar agotado de luchar con esa bestia.- Me dijo, señalando la motosierra.- Si necesitas algo, solo dime.
    -Me gustaría pasar al baño a humedecerme un poco el pelo para quitarme el aserrín del árbol, si no es molestia.- Le pregunte.
    -Claro, pasa.-Me dijo, abriéndome el portón del patio. Mis compañeros me miraron con una cara de envidia y lujuria, sabiendo que probablemente no me quedaría quieto. Aunque mis intenciones no eran esas, de verdad necesitaba un baño.
    La casa de Elena era lujosa, muy lujosa, y estaba tibia. Olía a desodorizante de ambientes, y a vicio, quizá. Ella me fui hasta el baño, yo entre y cerré la puerta tras de mi.
    Me moje un poco el pelo, oriné rápidamente y salí afuera. Ella estaba esperándome en la puerta. Al verme, se quedo mirándome fijamente.
    -¡Que hermoso cabello que tienes!, con eso y con tus ojos, debes hacer caer rendidas a muchas.- Me elogió.
    Yo sonreí afable, y asentí con la cabeza.
    -Muchas gracias, Elena.
    Ella me miro entonces, y se tocó los labios de repente con la punta de la lengua. Yo observe ese gesto, recordando que no era la primera vez que me lo hacian, pero jamas me había excitado tanto como con esa vez.
    -Eres un muchachito muy hermoso.- Me dijo, con toda la naturalidad del mundo.- Te espié cuando estabas en el baño, ¿sabes?- Me dijo, acercándose a mi.
    -¿Ah si?, ¿y con que intenciones lo hiciste?- pregunte, sabiendo que la respuesta era evidente.
    -¿Porque no te diviertes averiguándolo?- Me respondió, acariciándome el bulto por sobre el pantalón de trabajo.
  • Necrokimy_VonmortemNecrokimy_Vonmortem Garcilaso de la Vega XVI
    editado mayo 2012
    Yo entonces le quite el pelo que le caía al costado del cuello, y comencé a trabajarle la piel con mis labios y mi lengua. Ella se estremeció un momento, y luego se separo poniéndome las manos en el pecho y empujando hacia atrás.
    -Aquí no, sígueme.- Me dijo.
    Me tomo de la mano mientras me dejaba llevar hacia el cuarto de ella. Su cama era inmensa, jamas había visto una cama tan grande y un televisor de pantalla plana tan caro empotrado en la pared. Ella me arrojo con violencia sobre la cama, y yo caí de espaldas, rebotando levemente.
    Ella entonces se recostó a mi lado y rápidamente comenzó a quitarme la ropa de trabajo. Las manos le temblaban, lo noté casi enseguida.
    Luego de haberme dejado en boxers, me admiró de arriba a abajo, y se acaricio su entrepierna un momento por sobre su calza con el dedo medio, luego se lo chupó con placer.
    Yo entonces le quite el buzo celeste y unos pechos de tamaño considerable saltaron libres, con los pezones erectos, los cuales acaricie con la lengua por largo tiempo de arriba a abajo, mientras saboreaba los pequeños gemidos que ella emitía.
    Luego procedí a descalzarla, acariciando sus pies delicados, y quitarle la calza. Una tanga roja con un pequeño encaje se descubrió ante mis ojos, empapada por quizá el primer orgasmo de esa mañana.
    Le separe las piernas, acariciándola de arriba a abajo, pero ella me detuvo, para erguirse y abrazarme a sus pechos para que le diera mas placer aun. Me dedique a hacer lo que mejor se, acariciar todo su cuerpo con la punta de la lengua en suaves movimientos, mientras ella se retorcía de deseo y placer.
    Entonces me tomó del pelo y me dirigió la cabeza hacia su entrepierna, la cual lamí un par de veces por encima de su tanga roja, y la que luego baje, descubriendo una vagina semi abierta, depilada y empapada. Entonces con mis dos manos la separe un poco mas, descubriendo el clítoris, y comencé a trabajarlo con la lengua y los labios con muchísima suavidad, y movimientos rítmicos. Ella entonces se acariciaba los pechos, mientras gemía escandalosamente.
    Cuando un nuevo orgasmo sobrevino, se levanto, se termino de quitar la tanga y se coloco en cuatro patas, mostrándome todo su enorme culo, firme y redondo.
    -Hazme tuya de una vez.- Me dijo.
    Yo entonces extraje de mi ropa interior mi sable, y le separe las nalgas con mis manos, observando como su ano estaba abierto y mojado por los mismos líquidos de sus orgasmos anteriores, que se escurrían por sus carnes. Lo acaricie con mi miembro un par de veces, y ella se hundió mas en las sabanas como entregándose en silencioso movimiento, y comencé a penetrarla, lenta pero constantemente.
    Sentí entonces la presión de sus nalgas, y comencé a moverme dentro de ella, arrancándole aullidos de felicidad, saboreando como pedía aun mas adentro. Entonces me hundí hasta la raíz misma del pene, y emitió un aullido de placer que me taladró el cerebro volviéndome loco de pasión.
    Así estuvimos un par de minutos hasta que eyacule bestialmente, y le retire el pene con la misma lentitud con la que había entrado. Entonces me recostó en la cama, y se subió encima mio, penetrándose por la vagina mas mojada que antes, y comenzó a hacer movimientos de vaivén sobre mi vientre, volviéndome loco de nuevo.
    Jamas había visto a nadie mover las caderas de aquella manera, y luego de unos minutos, cuando comencé a sentir las contracciones de su nuevo orgasmo, deje de contenerme y acabé yo también por segunda vez.
    Ella entonces se bajó de mi, y se recostó en la cama agitadisima. Yo comencé a vestirme, sabiendo que mis compañeros de trabajo se estarían preguntando que demonios habría pasado conmigo, aunque se lo imaginaran. Prometimos vernos de nuevo, y mientras nos dábamos los últimos besos de loca pasión, ella abrió la cartera y me dio un billete de quinientos.
    -Para que te tomes unas cervezas.- Me dijo.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado mayo 2012
    Al menos ya sabes en que te puedes poner a trabajar en estos tiempos de crisis, si te pagan por hacer lo que te gusta, tienes una mina entre las piernas, :):D:p
  • LobonortinoLobonortino Pedro Abad s.XII
    editado agosto 2012
    Excelente relato, el sueño del pibe comerse a una milf madurita y caliente...excelent¡¡
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