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Desconcertante vampiro

JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado junio 2012 en Humorística
Hace un tiempo conocí a un vampiro realmente atípico, incluso desconcertante.

Era un martes, alrededor de las tres de la tarde. Estaba yo en un restaurante, contemplando el menú, cuando se sentó en mi mesa, frente a mi, alegando que no había más sitio en el local.

De entrada, ya me chocó su aspecto; ya que, para ser un vampiro, su piel estaba bastante bronceada. Además, eran las tres de la tarde y lucía un sol esplendido. ¿Como diablos se las había arreglado para no resultar calcinado por el rutilante astro diurno?

Pero las sorpresas continuaron cuando hizo su elección del menú. De primero escogió la sopa de tomate, lo cual, no me sorprendió demasiado teniendo en cuenta la similitud de la misma, en lo que al tema visual se refiere, con la sangre. Pero cuando escogió el segundo, realmente me desconcertó. Yo creía que iba a escoger el steack tartar, pero escogió, como yo, las secas amb botifarra, plato que se suele acompañar de salsa alioli.

¡Eso ya era demasiado! ¿Un vampiro comiendo ajo? ¿Qué vendría después? ¿Un carajillo de agua bendita?

Inicié una conversación con la intención de averiguar como había conseguido tales habilidades impropias de su especie. Naturalmente, empecé con un tema trivial, para no levantar sospechas y le pregunté por su trabajo.

-Trabajo en la construcción-dijo.- En estos momentos estoy empleado en la obra de aquí enfrente.

Una vez más me vi sorprendido por su respuesta. Ya era extraño que un vampiro trabajase, ya fuera en la construcción o en otra cosa, pero además estaba su forma de hablar. La jerga en la que me respondió sonó como: Trabaho en la construsión. En ettos momentoh stoy empleao en l'obra daquí'nfrente. Totalmente impropia del habla educada de todo vampiro que se precie.

Continuando con el interrogatorio, averigüé que había nacido en Villalbarba, pueblecito de Valladolid, que tenía 37 años y que había emigrado a Barcelona cuando tenía 17, desde entonces siempre había trabajado en la construcción.

Pero no pude llevar el interrogatorio al campo que a mi me interesaba. El tipo era hábil y conseguía con sus respuestas eludir el camino al que quería encaminarlo con mis preguntas. Finalmente, con la excusa de que debía volver al trabajo, se despidió y abandonó el local dejándome con un palmo de narices.

Más tarde le comenté el suceso a un amigo, dejándole patente mi desconcierto.

-¿Y como sabes que era un vampiro?-me preguntó- ¿Te lo dijo él?

-No, ya sabes que esos seres son muy astutos y que hacen todo lo posible para ocultar su condición.

-Entonces, te lo dijo alguien.

-No, nadie me lo dijo, lo que pasa es que yo los huelo enseguida.

-Pues a mi me parece que tienes demasiada imaginación, tío. Un día de estos te traerá problemas.

-¡Te digo que no es eso, que yo los reconozco a kilómetros!

-¡Lo que tu digas, pero no me levantes la voz!

Mi amigo y yo discutimos y estuvimos varios días sin hablarnos, pero finalmente hicimos las paces y nuestra amistad continuó tan fuerte como siempre.

Pero desde ese día, no duermo tranquilo. ¿Como diablos vamos a defendernos de los vampiros si todos aprenden cosas como andar durante el día, comer ajo y beber café con leche?

Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado mayo 2012
    Mucho lo dificil, más, si se anda imaginando cosas:eek::):p
  • JanoJano Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado junio 2012
    Gracias por leerme siempre, Amparo.
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