“…¡ay cuerpo, quien fuera eternamente cuerpo!,…”
Gonzalo Rojas
En la fiesta, lúcido y sobrio, veía una cabeza ocupada de florero, decorada con ribetes dorados, puesta al centro de una mesa, llena de aceitunas, quesos, caviar y cuanta otra cosa ensartadas en palitos. Sobre un mantel blanco, limpio, pulcro, sin ninguna mancha y otro negro, manchado de pinturas rojas, adornado con flores funestas, da lo mismo la verdad. Era una cabeza cortada por el cuello, sin cuerpo aparente. Una cabeza cortada, pero que no sangra, pálida, de canas, arrugas y lentes de carmín. Con la lengua afuera, cansada de tanto hablar, de tanto de decir. Una cabeza llena de pajaritos, mariposas y egos muertos. Su lengua morada saliva y mancha los platos y las cucharas. Sus ojos están caído entreabiertos como queriendo mirar más, pero los pájaros que lo inundan le nublan su vista por dentro. Parece esperar algo la cabeza, parece esperar que la miren, parece que le gusta que la miren. El pelo cano cae entre los quesitos y las salsas de colores.
Los demás en la fiesta comen quesitos, aceitunitas, sonríen, se miran obscenamente los unos y los otros, que no sangran, que no ven. Se miran se tocan las manos, se felicitan, se idolatran los unos a los otros y a la cabeza también. A cada rato la miran, hacen como que no la ven, sonríen, sacan un queso con saliva de la lengua muerta, comen un canapé con un pelo cano y siguen sonriendo, y se miran obscenamente.
Algunos siguen ocupando su cuerpo para que su cabeza se desplace, para que su cabeza se llene con un lenguaje corporal pedante, altanero, con estilos diversos, pero siempre altos, con ropas distintas, pero iguales. Con la voz ajustada para la ocasión, buscando palabras en su memoria diccionaria. Algunos callan. La mayoría calla porque en realidad no dicen nada.
A ratos el mundo de la literatura o más bien el de la intelectualidad sublimada, a lo máximo a casi lo único, aburre. Aburre profundamente. Así que sobrio y lúcido trato de ver las cosas de otra forma más entretenida, no pretendo justificar la burla y mofas. Veo a ese hombre así y al resto como lo describo. Solo una entre ellos, se ve distinta, se ve clara, yo la miro obscenamente, ella me mira creo que de la misma forma, me acerco a una aceituna y la cabeza de florero se levanta toscamente, tenía algo de cuerpo ahora, claramente no lo ocupaba hace mucho. Saco la aceituna tomándola del palito, tomo un poco de champaña amargo, mientras miro a ella, la distinta. Ella me ve. Ahora ella sabe que la veo. Ella se esconde, se pierde tras una cortina. Tomo otro trago de champaña, preferiría un poco de vino pienso.
Ahora la cabeza se dirige a dar su discurso de lengua muerta, yo la seguiré a ella la distinta.
Comentarios
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Ahora voy de fiesta, espero que esté más animada que esta:rolleyes::cool::p:p
Gracias Circulo me encantan los secretos redondos...que halago para mi!!!
Esta fiesta estuvo super animada...pero después de salir de ella...
Saludos y gracias amparito.
Esa cabeza me parece conocida, ese champan amargo tambien me es familiar.
Saludos
Esta fiesta se repite siempre amigo, lo importante es buscarla a ella, la distinta...
Saludos!
Hola, Trasgo.
Me ha encantado encontrar este relato tuyo cuando paseaba por las páginas lejanas, como suelo hacer.A veces, se me pasaron escritos buenos, o, tal vez yo no estaba aún en el foro.
Tienes razón cuando dices que lo que diferencia dos,o más, fiestas aparentemente iguales, es el encuentro con "ella".
Saludos.