LLLLLas limpias piedras y el ocle
el pie desnudo pisaba, si no las negras arenas, nacidas de la pizarra. LLLLLa mano, blanca y hermosa, si, al pisar donde resbala, un accidente temía, apoyaba, sin mirarla. LLLLNo lejos de las rodillas que besan, a la mañana, los vientos más atrevidos, el caldero que llevaba. LLLLY, en el caldero, las conchas que, entre las rocas, alcanza, las caracolas que duermen cuando estamos a mar baja. LLLLQue, remover los guijarros, aunque labor es cansada, al bígaro desentierra, al caracol de las playas. LLLLPor no decir que otras veces, que es paciente y avezada, si no recoge corales y otro molusco acapara. LLLLPorque con corto cuchillo y con navaja afilada, de la piedra a que se pegan es posible separarlas. LLLLY siempre a la noche pesca, hija de una madrugada que viene, siendo verano, tan fresca como temprana. LLLLPorque la pesca a la noche suele ser menos avara, cuando a su madre le lleva el regalo de las calas. LLLLEntre tanto a puerto llegan y a las arenas calladas, con lento paso, las olas, con el despertar del alba. LLLLEl alba que alegre juega, el alba que viene rauda a mirar sus ojos bellos, que no el vuelo de su falda. LLLLAunque pudiera envidiarlo, bien que con envidia sana, porque la falda que ciñe enseña sus piernas blancas. LLLLY diré que son, acaso, como cristales de nácar, como mármol cincelado, como la nieve cuajada. LLLLQue es honesta la chiquilla, y no puede, entre las aguas, caminar, entre las piedras, sin mojar faldas más largas. LLLLY sabed que es aburrido cuando las horas se pasan largamente estando sola, por lo que la niña canta. LLLLY es que es su canto amatista, joya que puede apreciarla la luna desde la altura en el placer de escucharla. LLLLPorque la luna la escucha, porque la luna la llama, si no la llaman los brillos que lucen con la alborada. LLLLPorque la escucha la luna, la siente la luz del día, que los días que ella pesca oyen estas melodías. LLL