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BUTTERFLY (capítulo final)

HORACIO VICTOR ROCHÓNHORACIO VICTOR ROCHÓN Gonzalo de Berceo s.XIII
editado julio 2011 en Terror
CAPÍTULO LIII


- ¡Amor mío! ¡Espero por ti! – se escuchó la voz de Ana a través de la puerta, proveniente del cuarto.
- ¡No tardo! – respondió James, que en el tocador contiguo se preparaba para acostarse junto a su amada luego de la larga noche festiva.
Con la camisa a medio prender, giró y quedó frente al toilette. Mirándose en el espejo, desató el fino cordel que sostenía el parche en su cara y luego lo dejó encima del mueble, junto a la rosa marchita que aún conservaba Ana y que descansaba en uno de sus libros de poesía.
Después, afirmó ambos brazos en los costados del toilette y contempló sus facciones en el reflejo.
Parecía ver a otro individuo. Era él, pero se desconocía. La destrucción de su ojo izquierdo le había desfigurado el rostro causándole una horrible marca, la cual debería portar por el resto de sus días. Una señal imborrable, barbárica e impía, que en carne propia lo acompañaría, convocándole a cada momento los hechos fatídicos pasados y teniéndole presente los errores cometidos, para no caer en similares situaciones en el futuro.
A la vez denotaba con efusión los, por el contrario, grandes logros alcanzados en el ámbito de las relaciones personales, la madurez del sentimiento y el encuentro con la esencia de su espíritu. Los lazos con Ana se habían afianzado totalmente hasta alcanzar lo solidez de una roca. Y en el frenético cierre del telón de las envidias y rencores, la pérdida de un antiguo amigo se compensaba con el descubrimiento de otro, más lejano y sin títulos ensalzantes, pero con una grandeza, que solo la virtud de la humildad y la sana bondad son capaces de forjar.
Esos tristes pliegues, contraídos y agrupados en aquel espacio cóncavo, rememoraban muchos hechos. La estancia con los guaraníes, sus relatos, la caverna, las pinturas rupestres, el bergantín, su capitán. Una isla lejana, la ayuda no esperada, un engaño sin preverlo, el remedio que no cura, una lucha sin quererla, la trágica desgracia.
Casi todo aparecía con claridad. Casi porque, para James, indudablemente aún existían puntos oscuros en esta reciente historia. Circunstancias, eventos y acciones, que no encajaban en el rompecabezas dentro de su cabeza. Como el hecho, que la mariposa que de él nació había desaparecido sin dejar rastros. Desde el día del incidente la buscó exhaustivamente por los alrededores de su domicilio, hizo averiguaciones en distintos puntos de la ciudad, y estuvo atento a cualquier noticia que pudiese estar relacionada con ella. Pero aún así, no logró dar con el paradero del insecto.
También existía la incógnita de la relación que habían tenido estos animales con las misteriosas tribus de “los celestiales”, y de por qué estos últimos se habían extinguido tan misteriosamente. Además, ¿qué razones había tenido el indígena Taurí para quitarse la vida, habiendo ya perdido el ojo?; ¿Por qué el altar?; ¿Por qué dos piedras azules?
Estaba James tan sumergido en estos y otros dilemas, que su imagen en el espejo le resultaba indiferente y no le llamaban mayormente la atención los referentes del principio; hasta que, el avanzar zigzagueante y lento de una diminuta hebra negra atravesando su iris, lo puso en alerta.
Su pupila, antes relajada y dilatada, se cerró con la velocidad de un corto respiro, tratando de enfocar y descubrir que lo que había, estaba por fuera.
Pero no fue así. Al verse observado a través del espejo, el oscuro intruso detuvo el andar. Permaneció inmóvil solo unos segundos, y luego, con esmerada rapidez, se precipitó hacia el inmenso abismo interior, que formaba en sí, el único ojo sano.







FIN






Estan todos los derechos reservados.

Comentarios

  • HORACIO VICTOR ROCHÓNHORACIO VICTOR ROCHÓN Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado julio 2011
    Agradezco a todos los que siguieron la novela a lo largo del año. Espero les allá gustado y no tengan que lamentar haber perdido algo de su tiempo. Gustoso aguardo sus críticas para poder evaluar este trabajo y poder mejorar en el futuro. Aquí en la República Oriental hace mucho frio, pero igualmente les mando un caluroso y afectuoso saludo. El deseo sincero desde mi hogar es que todos sus proyectos, trabajos o sueños se les lleven a cabo, logren o cumplan.
    Que tengan un buen resto del año, chau.
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