Este tema va dirigido sobre todo a los foreros que hayan escrito una novela. Yo estoy a punto de terminar la mía, pero soy consciente de que tendré que afrontar un proceso largo de revisión y corrección de todo el texto. ¿Cómo lo hicisteis vosotros? Supongo que es mejor dejar pasar unos meses para distanciarse y poderlo leer como si fueras un lector más, no el autor. ¿Tenéis alguna sugerencia o consejo? Saludos y gracias de antemano.
Comentarios
Cada vez que reviso un escrito encuentro algo que podría decir de otra manera, quizá no necesariamente mejor, pero sí que me gusta más en ese momento.
El primer libro que escribí lo revisé como unas veinte veces, y lo reescribí completamente dos antes de decidir que lo iba a dejar como estaba. Mi mujer me dice que soy demasiado autocrítico, pero siempre tengo la vocecilla esa en la oreja que me susurra "noooo, todavía no está bien, revísalooooo, que aún lo puedes mejorar"
Lo malo es que, si te dejas llevar por esa voz, jamás terminas nada.
Mi consejo sería que empezases a escribir otra novela y cuando acabases de escribir este segunda novela leyeses la primera. Se trata sobre todo de conseguir que no te importe demasiado esta novela que has escrito, solo así podrás liberarte de ella. No creo que dejar pasar el tiempo sin más sea suficiente: Tienes que hacer algo para olvidarte por completo de esa novela. ¿Qué mejor que escribir otra novela?
Un saludo.
De esta manera al mismo tiempo me doy un descanso y no estoy "parado", y voy olvidando la novela sin necesidad de empezar otra nueva (eso lo dejo para más adelante).
Con la segunda me pasó un poco lo mismo e incluso ahora, con las dos "terminadas" y en proceso de encontrar quién las publique (jajaja), de vez en cuando releo una u otra y vuelvo a corregir, y sé que solo dejaré de hacerlo cuando vuelva a meterme en la siguiente novela.
Pero supongo que parar en algún momento sin que no hayan sido publicadas depende de lo perfeccionista que seas y yo lo soy demasiado, quizás.
En fin, mucha suerte con tus correcciones.
Amelia
Me paso también por tu blog.
Amelia
Amelia
Supongo que uno empieza por las cacofonías de todo tipo (repeticiones de palabras, rimas indeseadas y esas cosas) y los errores gramaticales claros. Después, por el ritmo de los párrafos, ese bendito equilibrio que tiene que haber entre el largo de las frases, sus estructuras y todo eso. Después aún, por descubrir dónde es que se nota que uno ha corregido alguna cosa, en esos lugares donde es evidente que uno ha tachado una palabra porque no pegaba con otra palabra, pero ha quedado feo. Después ya no sé, supongo que hay que seguir una y otra vez machacando la lectura de la obra, porque siempre se encuentran cosas que quedan feas o quedarían mejor de otra forma. Después, dejarla descansar un tiempo, y vuelta a empezar, que de tanto machacarla, al final uno ya no se entera de qué es lo que está bien y qué es lo que está mal. Y ni hablemos de cuando uno se da cuenta de que uno no ha escrito más que tonterías durante 5 o 10 o 20 páginas. ¡Que baje algún dios en una máquina y que lo solucione!
“A las cosas que yo hago, les tengo, al comienzo, una especie de asco. Yo escribo y cuando quiero leer no entiendo nada. Alguien las pasa a máquina… Una vez pasadas, ya me da menos asco corregir. Corrijo. ¿Cuánto? Depende. A veces la corrección es muy encarnizada….”
“Corrijo muchas veces. Quedan los originales todos acribillados, como después de una guerra. Y algo de eso tiene escribir, algo de guerra, como respirando pelea uno contra la muerte…”
“Yo escribo con mucha torpeza, con mucha dificultad. Generalmente las frases que parecen muy sencillas y muy espontáneas me han sido dadas después de muchos borradores, después de muchas tachaduras…”
“Cuando era joven, escribía de un tirón, sacaba copias, volvía a corregir. Ahora voy corrigiendo línea por línea a medida que escribo, de suerte que al terminar la jornada tengo una hoja impecable sin manchas ni tachaduras casi lista para llevar al editor…”
“Cuando yo corrijo, una vez en cien, agrego algo, completo una frase que me parece insuficiente o agrego una frase porque veo que falta un puente. Las otras noventa y nueve corregir consiste en suprimir. Cualquiera que vea un borrador mío puede comprobarlo: muy pocos agregados y enormes supresiones. Porque al escribir (el borrador), especialmente como escribo yo, rápido y dejándome llevar, hay una tendencia a la repetición inútil, se escapan cosas… Hay que eliminarlas implacablemente. Es así como se llega a tener eso que llaman un estilo….”
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