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LA BIBLIA CUÁNTICA por José Alvarez López

Alejandra Correas VázquezAlejandra Correas Vázquez Gonzalo de Berceo s.XIII
editado septiembre 2010 en Histórica
LA BIBLIA CUÁNTICA
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por José Alvarez López


(Un Visitante Inesperado)

Me encontraba trabajando en mi laboratorio ubicado en plena sierra cordobesa cuando, simultáneamente, oí el llamado de un visitante que se confundió con una fragorosa explosión que nos dejó a obscuras.

En la penumbra de aquel anochecer serrano acerté a encontrar el “tester” y un destornillador para determinar la naturaleza del cortocircuito, mientras el visitante preguntaba si no era molesta su presencia en ese momento. “No puede ser más inoportuna”, le respondí, pero él que era un hábil mecánico me ayudó a resolver el desperfecto en medio de la obscuridad.

Según me dijo luego Delfín López (nombre de este nuevo amigo que venía desde Mendoza buscándome), él había encontrado en la Biblia una clave numérica que un teólogo marista consultado por él había calificado de “una conexión cósmica de la Biblia”. Mi nombre surgió entre varios diálogos, y resolvió llegarse hasta Córdoba para hallarme.

Ofrecí al visitante la comodidad de un pizarrón que ocupaba toda una pared (donde yo habituaba a desarrollar mis cálculos). Me preguntó entonces si yo tenía allí una Biblia. Le ofrecí dos. Una Thorá en castellano encuadernada en color granate con una gran estrella de David en la tapa, adquirida en una Sinagoga. Y otra Biblia Reyna-Valera encuadernada en azul, editada por las sociedades bíblicas. “Ambas, le dije, tienen el mismo texto, ya que Casiodro de Reyna era un rabino español”. Luego le ofrecí la ayuda de una calculadora, y con tizas de colores, Delfín fue llenando el pizarrón con números de una elegante caligrafía.

Confieso que hasta último momento no vi nada particular, en los números correspondientes a las edades de los patriarcas que todos hemos leído con profundo escepticismo en la Biblia. Aquello de que Adán vivió 930 años y Matusalem superó el “record” con 969, no ha sido nunca un factor de credibilidad para la Biblia. Pero con estos números el visitante había confeccionado una pirámide numérica —al estilo de la conocida “Tetractis” de los pitagóricos— y en la misma aparecía un claro ordenamiento de los números que mostraba que las edades bíblicas eran un conjunto de datos destinados a la confección de matrices cuya programación había descubierto el joven investigador.

No sabía a la llegada de Delfín López hasta mi casa, de que aquella visita inesperada trayendo este mensaje sorpresa desde Mendoza, me llevaría a destinar cinco años (5) de mi vida en una metódica y exhaustiva investigación, llenando carpetas y pizarrones de cálculos.





Al primer golpe de vista se descubría que la repetida secuencia 1—2—3—4—5—6—7—8—9—0 ...¡incluía el cero!... lo que significaba que los escritores bíblicos conocían este número dos mil años antes de que los árabes lo propagaran por el mundo.

Este sólo hecho —el que los escritores bíblicos conocieran el cero— asesta un rudo golpe a nuestro concepto de la historia.

Mucho más catastrófico ha sido el resultado de la subsiguiente investigación al mostrar que los escritores bíblicos no solamente conocieron el cero sino que llegaron a conocer ¡todas las Constantes Atómicas!

No es necesario ser un matemático para verificar todo esto. Basta saber contar para descubrir que los números bíblicos esconden un Mensaje destinado a la posteridad.

El trabajo oculto de los escritores bíblicos no dejó de tener filtraciones y originó la milenaria tradición “cabalista” sobre la existencia de números secretos en la Biblia. Durante generaciones se los buscó por el lado de los números hebreos, pero no se los pudo encontrar porque los escritores bíblicos empleaban números arábigos.

En cuanto a la palabra “Cábala” viene del verbo hebreo Kibel que quiere decir recibir. Como en una botella a la deriva por el mar del tiempo, el Mensaje Bíblico ha sido al fin recibido.

Esta necesidad de ocultar los conocimientos de modo que los mismos pasen desapercibidos para los contemporáneos, se extiende a muchos otros documentos del mundo antiguo. Un caso realmente impactante ha sido también el de un supuesto poema súmero —escrito en cuneiforme hace cinco mil años e investigado por nuestro Grupo GEA— que resultó ser una obra de teatro desarrollada sobre los mismos lineamientos que tres mil años más tarde, reprodujeron Sófocles y Esquilo en el Teatro Griego.

Lo más sorprendente de este documento sumerio es que fue compuesto por avanzados astrónomos, de modo que el público asistente a estas representaciones no tenía la menor idea de qué se trataba. Con un juego teatral cuya enjundia no ha sido superada con posterioridad por ningún dramaturgo, el astrónomo súmero fue exponiendo las características del Sistema Solar. Los datos son exactos y corresponden a nuestro moderno conocimiento de los planetas.

Pero aquella astronomía iba más allá que la nuestra pues aparecían datos planetarios recién conocidos por nosotros en 1990 (Neptuno) y de otros todavía desconocidos como Plutón y los dos Transplutonianos. Con nuestros actuales sistemas de astronomía telescópica y satelital teniendo en cuenta la enorme distancia de la Tierra a Plutón los detalles estructurales de este planeta recién podrán ser conocidos por nosotros dentro de cincuenta años. En cuanto a los dos Transplutonianos, prácticamente fuera del alcance del Sol, demorarán siglos en ser conocidos.

Otro documento antiguo que contiene importantes informaciones supracientíficas es el Apocalipsis, cuyo Capítulo XXI corresponde a la descripción del Sistema Solar en base a los perdidos Teoremas Métricos. Dicha exposición corresponde a una “Astronomía Decimal” todavía desconocida por la ciencia moderna.

Es oportuno destacar que todos estos documentos están vinculados entre sí. El Apocalipsis es el último libro de la Biblia, y Abraham —según nos informa Flavio Josefo— fue un astrónomo súmero. Posiblemente uno de los asistentes en Ur de Caldea (Ur Kashdim, hoy Kuwait) a las últimas representaciones del poema—teatral “Viaje de Inana a las Tinieblas”.


José Alvarez López

Ycho Cruz – Sierras de Córdoba - Argentina
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