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Se dejaba llevar

javivierrjavivierr Pedro Abad s.XII
editado octubre 2010 en Erótica
Se dejaba llevar, en el tatami de gimnasio, tenía catorce años, morena, tenía los ojos marrones, las cejas negras, la piel bronceada, bonita muy bonita y un cuerpo de 14 años en el que las promesas eran ya una realidad.

Era el gimnasio del colegio, entre el comedor y la enfermería, allí dábamos las clases de gimnasia, una asignatura que no se me daba ni bien ni mal, solía sacar buenas notas porque la nota era una media de gimnasia y deporte, el deporte se me daba mejor, corría mucho pero no tenía fuerza, tampoco coordinación ni flexibilidad, de manera que la gimnasia no me resulta demasiado divertida.

Estábamos todos los de la clase, nuestra profesora de gimnasia era joven y deportista, a mis compañeros les gustaba, yo reconozco que era una mujer joven y con buen tipo que hablaba con nosotros porque era nuestra profesora y eso era suficiente para que nos gustase a la mayoría de los adolescentes de 14 años.

Hoy teníamos que hacer unos ejercicios sobre el tatami que cubría todo el suelo formando rectángulos azules pegados unos a otros.

Siempre fui muy despistado, empecé a darme cuenta de lo que me gustaban las mujeres cuando otros ya llevaban mucho tiempo disfrutando de placeres secretos en la soledad.

Las mujeres sin embargo son mucho más precoces, a los catorce años son mujercitas que llevan mucho tiempo pensando en los hombres, ya jugaban con hombres aunque sólo fuesen los novios de sus muñecas cuando yo jugaba al fútbol y a los clics de Famobil.

Empezaban a darse cuenta de los sentimientos que provocaban en los hombres adultos cuando las miraban el dia que se ponían una falda demasiado corta o una blusa blanca pegada a su cuerpo adolescente.

A mi no me miraba nadie, o al menos eso creía, mientras me concentraba en hacer un ejercicio que nos acababa de explicar la profesora, se trataba de ponerse a “cuatro patas” y doblar la espalda hacia arriba como un gato y después hacia abajo, hacia arriba y luego hacia abajo, estos ejercicios me daban un poco de vergüenza porque los teníamos que hacer por parejas, la primera vez que lo hacíamos la profesora cogía un alumno para mostrar como se hacia y en ocasiones los dos se juntaban tanto que me preguntaba como me sentiría yo si estuviese tan cerca de ella moviendo mi cuerpo al ritmo que me marcaba delante de todos mis compañeros.

Me parecía obsceno, yo sabía lo que todos pensaban cuando hacíamos gimnasia y me daba una vergüenza terrible que tuviésemos esos sentimientos tan cerca unos otros, nunca se me ocurrió pensar que esos sentimientos se pudiesen exhibir delante de ellos.

Como el dia que tuvimos que pasar una revisión médica, justamente en la enfermería que estaba al lado del gimnasio, a la que todos los chicos entramos en fila para que una enfermera nos palpase el pene supongo que con el objeto de averiguar si necesitábamos una fimosis. Toda la espera en la cola fue una lenta agonía intentando no sufrir una erección al pensar que una mujer me iba a introducir su mano debajo del calzoncillo, avergonzado de sentir ese impulso sexual, horrorizado de mi innoble condición.

No sabía que todos mis compañeros desfilaban delante de la enfermera con una bonita erección sin padecer tanto sufrimiento.

Por eso me pilló totalmente desprevenido su mirada en mis ojos, la primera vez note algo en su mirada que me desconcertó un poco, no se puede mirar así a otra persona delante de tanta gente, no era una mirada convencional, no era una mirada decente, me puse rojo y miré rápidamente a otro lado. No recuerdo que ejercicio hacíamos en ese momento, estábamos en chándal, como todos los días en los que había clase de gimnasia y salía de casa con el chándal porque en el colegio no había vestuario para cambiarse y todavía eramos muy jóvenes para que eso nos importase.

Sin embargo hoy la clase era diferente, había algo sensual en todos aquellos movimientos que realizábamos por parejas, normalmente de chicos o de chicas, no había parejas mixtas salvo cuando algún alumno no tenía compañero y se tenía que poner con la profesora con gran miedo de ser el objeto de todas las miradas.

Por eso la mirada de ella era tan escandalosa, era muy fácil que los demás se dieran cuenta.

Sofia me gustaba mucho, era la más guapa de la clase y su cuerpo provocaba un escalofrío, yo había fantaseado con ella incontables veces, Nuria también me gustaba, Nuria era rubia, un año mayor que nosotros porque había repetido curso, eran la noche y el dia, la una morena y tímida, la otra rubia y extrovertida, una semana me gustaba una y a la otra la otra.

Pero Sofia era como yo, tenia dificultad para expresar con palabras lo que le pasaba por la cabeza, algo para lo que yo era muy torpe y me creaba una barrera comunicativa con los demás, a menudo tenía la sensación de lo que decía no era lo apropiado y de que tampoco sabia expresarlo correctamente, en realidad era mucho más que una sensación, era una pertinaz herida que no dejaba de doler.

La había sorprendido muchas veces vuelta hacia atrás en clase mirándome, ella se sentaba en la primera fila casi en frente de la mesa del profesor que se hallaba sobre la tarima y yo me sentaba dos o tres filas más atrás a su derecha, se apoyaba sobre su pupitre y se quedaba girada hacia atrás mirándome. Cuando mi mirada distraída iba a parar a donde estaba la suya, ella permanecía mirándome como si pudiese ver a través de mi y yo automáticamente me ponía colorado y miraba a otra parte.

No me atrevía a mirar hacia donde estaba ella, realizaba los ejercicios cada vez más azorado sintiendo el desorden incontrolable que se iba formando sobre los tatamis del gimnasio, algunas de las posturas que adoptábamos eran las mismas que podrían adoptar dos amantes que siguiesen obedientes las instrucciones de algún libro prohibido, la que estábamos haciendo ahora con las rodillas y las manos hincadas en el suelo mientras arqueábamos las espaldas hacia arriba y hacia abajo me avergonzaba más que ninguna otra, me hacía sentirme vulnerable, intuía como podría sentirse una mujer con el cuerpo tensado, la espada curvada, la cabeza erguida, los brazos estirados y las muñecas dobladas soportando el peso del tronco, las piernas ligeramente abiertas clavadas por las rodillas empujando las caderas hacia atrás y hacia arriba, totalmente expuesta muy vulnerable, debía sentirse asi cuando me miró, quizás en ese momento yo estuviese arqueando la espalda hacia arriba, con los codos y las muñecas doloridas empujando mis caderas hacia delante, no lo recuerdo, ella se dejaba llevar mientras me miraba, sus parpados caían sobre sus ojos marrones, su mirada se elevaba hasta ocultarse debajo de ellos para después volverse a posar en mi, me miraba de esa manera mientras sus caderas subían y bajaban, ajena a todos los demás.

Yo no podía estar preparado para eso, siempre fui mi tímido, me importaba muchísimo lo que los demás pudiesen pensar, ¿que podría haber hecho? Quizás ahora hubiese clavado mi mirada en sus ojos y la hubiese dejado alli, la habría dejado alli mientras ella me ofrecía la suya húmeda y cálida, mientras sus parpados relajados y sus pestañas negras me acariciaban. Me hubiese colado debajo de ellos y la habría esperado alli hasta que nuestras miradas pudiesen encontrarse de nuevo, entonces la habría sujetado para que no pudiese apartarse de mis ojos observando cada gesto de su mirada, cada movimiento de su iris, cada contracción de su pupila mientras se dejaba llevar al son del movimiento de sus caderas.


Y ya no puedo seguir el relato porque me estoy muriendo de hambre y empiezo a marearme.:o

Comentarios

  • eanueanu Banned
    editado octubre 2010
    Una escritura más que correcta. Vas construyendo una historia en torno a esos movimientos de los chicos en el gimnasio, poniendo al lector en situación.

    Crítica profesional:

    Al final resulta medio soporífero. Demasiadas explicaciones, demasiado explicar que el protagonista se siente vulnerable y la otra es extrovertida. Acaba resultando un texto filosófico más que algo que te entre por los ojos. También tiene un tono sensacionalista, como si en el fondo el protagonista lo estuviera adornando de más.
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